Rowland Hill fue profesor de inglés y político. El nacimiento del sello de correos está ligado a la reforma de la Oficina de Correos de Gran Bretaña, que propuso en 1837. Su intuición fue la del servicio postal prepago, es decir, la utilización de una marca con la que franquear el correo como Prueba de pago. Rowland Hill entendió que la introducción de tarifas bajas y uniformes, basadas en el peso en lugar de la distancia, habría favorecido el aumento del tráfico postal y, en consecuencia, habría cubierto en gran medida los menores ingresos por la propia reducción.
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En 1837 publicó a sus expensas el folleto Post Office Reform: its Importance and Practicability, con el que dio a conocer su pensamiento reformista al Parlamento inglés.
El parlamento británico aprobó la reforma (pese a la fuerte resistencia de Correos) y esto obligó a fabricar los sellos. Siempre fue el propio Rowland Hill quien sugirió cómo debían ser: hojas de papel lo suficientemente grandes como para acomodar una impresión y provistas en la parte posterior de una solución glutinosa adecuada para pegarlas.
Rowland Hill también se encargó personalmente de su concepción y como tema de la estampa eligió el perfil de la reina Victoria y para evitar falsificaciones se imprimió la cabeza sobre un fondo cincelado formado por rombos muy densos.
El 10 de enero de 1840 se introdujo la tarifa uniforme y el 6 de mayo de 1840 entró en vigor el primer sello postal del mundo, que pasó a la historia con el nombre de Penny Black.
En pocos años, otras naciones siguieron el ejemplo inglés: Suiza en el cantón de Zúrich, Brasil, los cantones suizos de Ginebra y Basilea. En 1847 fue el turno de los Estados Unidos de América, que comenzaron a emitir sellos con un valor de 5 centavos y la efigie de Benjamin Franklin. A partir de 1849, uno tras otro, todos los estados europeos adoptaron el sello de correos y actualmente no hay país en el mundo que no haya emitido uno al menos una vez.